Muchas cosas me fueron ocurriendo en el transcurso de éste último tiempo que hicieron que se me tornara difícil dedicarle tiempo al blog. Por momentos tuve que armarme de paciencia aguardando el momento preciso para tener un lugar en los días que camino. Paciencia que de a momentos mermaba, pero que de una u otra forma, siempre estaba ahí. Esto hizo que empezara a pensar en la paciencia, justamente. Qué es, qué signica, o cuánto nos ayuda, en el mejor de los casos. Debajo de ésta introducción transcribo un texto que a eso se refiere.
La Paciencia
La paciencia es la más heroica de las virtudes, precisamente porque carece de toda apariencia de heroísmo. Esta es la respuesta de Giácomo Leopardi, autor italiano nacido unos años antes del 1800 a mi pregunta: “Qué es la paciencia ? ” La paciencia es el mostrador en el que nos acodamos a la espera de aquello que tal vez no llega nunca. O sí llega, pero muchas veces cuando ya no nos importa tanto.
La paciencia.
La paciencia por ese día que no llega. La paciencia por esa persona que esperamos y no nos toca nunca el timbre. Que no nos golpea la puerta!!!!!!!
El llamado telefónico que se hace desear.
Y ella junto a nosotros. Siempre ahí. Riéndose burlona, o sosteniendo una vela cada vez más próxima a consumirse del todo.
Lo más terrible, es que la paciencia siempre está ligada al tiempo, inevitablemente. Ligada a ese tiempo que perdemos esperando cosas que tal vez no sean para nosotros.
Perdemos el tiempo esperando cosas que no nos tiene reservadas el destino. Y nuestra obsesión, nuestra obstinación por la espera de aquello, no hace que ésto cambie ni un poco. O sí. La obstinación suele empeorar las cosas. Pero para no quedarme con ésta idea solamente, ésta idea trágica de la paciencia, decidí verla como a una mujer. Entenderla como a una mujer. Mujer que, como tal, podría llegar a tener la capacidad, por qué no ?, de ser madre.
Concluí que la paciencia sólo podría llegar a engendrar dos hijos: el éxito, o el fracaso.
En el primero de los casos, es decir, si engendrara el éxito, simplemente nos abandonaría. Se iría.
Por decirlo de un modo más explícito, cuando la paciencia engendra al éxito, perece en el parto. Ahora bien, ¿Que sucede cuando es al fracaso a quién engendra ? Pues también perece, pero un tiempo después. Aquí se muere de puro vieja. Se muere de cansancio. Pero más allá de las circunstancias, o de su modo de irse, de acabarse, la paciencia nos acompañará a lo largo de toda nuestra vida. Hasta el final inclusive. Por eso, conviene llevarse bien con la paciencia, y darle el lugar que debe ocupar, pero nada más. Llevarse bien, pero no hacerse amigo. Eso está reservado para quienes hallan remedio en la resignación. Y quienes se resignan, ven como paciencia a aquello otro que es la desesperanza. No lo saben, pero la paciencia se les murió de agotamiento. Creo entonces, que no está bien resignarse. Porque...quién sabe?.
Quizás la mujer que aún no nos tocó el timbre sólo está demorada por un piquete en el obelisco. A lo mejor, ese día que ansiamos que llegue está vistiéndose de gala para recibirnos. Tal vez, mientras compartimos ésto, haya alguien buscando nuestro número telefónico en su agenda.
Por si acaso, siempre llevo conmigo dos flores. Una para la mujer que espero, y otra para la paciencia, en su último día.
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