viernes, 23 de agosto de 2013

La inmortalidad en perspectiva ( consejo para no morir )

Hola gente; después de algún tiempo vuelvo a subir algo. Este texto lo armé para un taller de radio. Espero que les guste. Saludos!!

La Inmortalidad en perspectiva ( Consejo para no morir )

A manera de prólogo comienzo contando que Jorge Luis Borges fue un autor argentino nacido en Buenos Aires en agosto de 1899. Su prolífica obra, está compuesta por ensayos, novelas, poemas, y cuentos. Adentrarse en su mundo es dejarse caer en un laberinto hecho de espejos, de sueños, de locura, de vida, y de muerte. Y justamente a esto se refiere en su cuento: “El Inmortal”; a la muerte. O mejor dicho, a la ausencia de ella. Y al deseo de Inmortalidad del hombre.
La historia en cuestión nos habla del explorador que atraviesa incontables desiertos hasta hallar la Ciudad de los Inmortales. Ciudad que posee un río de aguas mágicas de la cuál beben sus habitantes, pues los dota con la Inmortalidad. Lo mismo que a cualquiera que de ellas se sirva.
Pero ocurre que éstos seres, demuestran una proverbial apatía hacia cualquier empresa que deban acometer. Son derrotados diariamente por el desgano. Este hecho se explica del siguiente modo: “Adoctrinada por un ejercicio de siglos, la República de los hombres inmortales había logrado la perfección de la tolerancia, y casi del desdén. Sabía que en un plazo infinito le ocurren, a todo hombre, todas las cosas, repito: le ocurren, a todo hombre, todas las cosas”

Comencé a pensar entonces en la seducción que nos produce la palabra Inmortalidad. El deseo de Inmortalidad es inherente a la condición del ser humano casi de modo inevitable. El deseo de trascender el tiempo, el deseo de estar, pero de quedarse, y quedarse para siempre.
Pensaba también, en como el correr de los años nos acerca cada vez más a nuestro último exámen, a nuestra última prueba. Entendí entonces, cuánto hacemos, secretamente empujados por éste miedo intrínseco.
Y entendí que la nostalgia no es más que el deseo de volver a aquél tiempo, en el que éste temor, ni siquiera era sospechado. Porque claro, antes……antes sí, éramos inmortales.
Movilizado por la resignación y la bronca, eliminé entonces de mis contactos a mis compañeros de estudio de otras épocas, porque supe de una vez, que yo no quería volver a verme con mis compañeros de primaria. Lo que quería, en realidad, era volver a ser yo, ese alumno de primaria. Ese que ignoraba más de lo que sabía, igual que ahora, pero con menos culpa.
Es tentadora la idea de Inmortalidad, y sería extraordinario poseerla. Pero ésto es solo a simple vista. Olvidamos los problemas que traería aparejados consigo. Y no me refiero solo a presenciar la decrepitud y posterior abandono de éste mundo de los seres que amamos, sino que como les ocurre a los hombres del cuento, caeríamos también, e inevitablemente en la apatía absoluta, sostenida por el conocimiento de que todo, a todos, en algún momento nos ocurriría. Todos en algún momento, seríamos ese alumno de primaria. Otras, tal vez, un abogado, otras, quien sabe.
Pero para sentirnos inmortales, sin serlo, puede obrarse una trampa, y que es la siguiente: “Debe asumirse como toda una vida, cada día que ella contenga. Y deben llevarse todos y cada uno de ellos, de la mano de nuestros deseos” Alguno se verá satisfecho sólo con salir a caminar descalzo. Otro lo hará siendo un primer novio. A otro le alcanzará con ser un retrato en la cómoda de la vieja. Otro será una promesa que nunca se cumple. Y otro obtendrá satisfacción contándole a ustedes, que una vez existió un hombre llamado Jorge Luis Borges, que escribió un cuento llamado “El Inmortal”
A propósito, y volviendo a Borges, él fallece en Ginebra ( Suiza), en 1986. Y yo, por suerte, varios años después.-

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